martes, 2 de febrero de 2010

RESISTENCIA AL CAMBIO (I parte)

Adquirir la consciencia de que nuestra vida necesita un cambio viene acompañado del QUERER dar el primer paso para ese cambio, desearlo y sentir toda la fuerza necesaria para empezar. Cambiar comportamientos, hábitos, creencias que hasta el momento nos han acompañado no es tarea fácil y se requiere de una gran voluntad para lograrlo.
Cuando una persona DECIDE EL CAMBIO permite que algo nuevo entre a su vida. La persona debe saber que en su proceso se presentarán diversos factores necesarios para llegar al objetivo. Una de las primeras sensaciones que una persona experimenta ante el cambio es una gran ansiedad sea esta positiva o negativa provocada por “lo que se va a producir”, siente un vivo deseo de ese cambio pero a la vez le invade el “miedo a lo desconocido”. La persona piensa en su momento actual y en lo que “posiblemente” podría ser su vida después del cambio. Por lo general las personas acceden a esa primera etapa de “experimentación” y se sienten muy animadas efectuando cambios de comportamientos y actitudes, atreviéndose a decir NO, exigir el sitio que le corresponde o defendiendo sus derechos; en general se sienten muy seguras de sí mismas.
Durante el proceso y una vez la persona ha empezado a experimentar cambios positivos, de repente puede llegar a experimentar la sensación de AMENAZA, siente que ha ganado un gran territorio pero esto a la vez le provoca inseguridad, no sabe qué pasará después de tantos “movimientos” y cambios. Se empieza a preguntar si realmente aquello nuevo es cierto y duradero. En muchas ocasiones la persona se plantea retroceder hasta el punto de partido, hacia las experiencias que “YA CONOCE” y que han formado parte de su vida durante mucho tiempo.
Efectivamente, todo movimiento provoca otro movimiento y obligatoriamente el paisaje cambia. La persona empieza a sentir temor por esta pérdida y se resiste entonces al cambo. Le vienen sensaciones como el no recuperar más a las personas que conforman el paisaje, o que estas personas le abandonarán y ya no le querrán y un sinfín de preguntas encaminadas a justificarse las posibles “perdidas”.
Aquí es donde entra la habilidad del consultor o terapeuta. Cómo lograr mantener el equilibrio y la sensación de bienestar y seguridad en el cliente ante los nuevos movimientos?

Un abrazo,
JAQUELIN LORZA